domingo, 12 de septiembre de 2010

La Tila

La última bolsa de tila, para mí. Está caliente, aun no se puede beber, como tampoco me puedo beber la ruptura de este amor. No soy capaz de digerirlo desde el corazón.


Con el primer sorbo me quemo la lengua. Igual que me queman dentro tantas preguntas sin respuestas. Me quema la duda, me queman las ganas de seguir contigo y no poder conseguirlo.

Espero a que se enfríe. Al igual que espero que se me pase el sentimiento, mientras espero a la vez que vuelvas para volver a intentarlo.

El segundo sorbo no quema tanto. He sido paciente y he esperado, pero no solo eso, no me he fiado solo del tiempo, también he soplado, y si, estaba caliente, pero no, no me he quemado. Una segunda oportunidad es igual, si necesitas tomarte algo, si necesitas estar con alguien, harás todo lo posible por conseguirlo. Si me hubiese vuelto a quemar, lo hubiese vuelto a intentar pues necesito la tila para tranquilizarme.

La tila no es el mejor tranquilizante, pero tiene otras propiedades. La tila no me puede pedir perdón por no poder tranquilizarme más. Yo puedo pedir perdón y puedo cambiar pero si no me lo dices, por algo será.

Mientras voy bebiendo se van calmando mis emociones, pero todos mis pensamientos y todos mis sentimientos son los mismos. Cada sorbo es amargo por mucha azúcar que lleve. Y es la última, ya no habrá más tila en este cuarto, en esta taza, nunca más volverán a ocurrir las mismas circunstancias. No quiero terminarla, quiero que sea infinito el sabor amargo que me calma.




Muases.

No hay comentarios:

Publicar un comentario