jueves, 28 de octubre de 2010

Una tarde.

Una nueva tarde en busca del olvido. Voy dejando en el paseo mis lágrimas  en vez de típicas migas de pan para volver  atrás por si no me gusta el camino por el que decido caminar. Pero una vez más el Sol de la esperanza, Mi esperanza, las evapora cada paso que doy. Dice que confía en mis pies. Sean dirigidos por mi mente o mi corazón está segura que a partir de ahora  todo lo que salga de mi será buena elección.
¿Qué tiene la esperanza que a pesar de que no crea en ella quiero que siga conmigo?

He decidido pararme. Una señora cansada de subir las escaleras para llegar a la parte antigua de la ciudad, donde yo estaba sentado al final, ha desistido por unos segundos para mirarme y decirme ¡lo qué cansa!, ha reído y ha seguido su camino, yo le contesto con una sonrisa y también sigo mi camino. Esa pequeña complicidad de miradas y pensamientos me ayuda a seguir el camino.

 Pero hago una segunda parada no lejos de la  primera, casi obligada por la incomodidad que me produce estar andando entre tanta gente, me invade un sentimiento de soledad, de desconexión, de nostalgia, de tristeza, de impotencia y un sin fin de recuerdos que ayudan a que realice de inmediato la parada para recuperarme del shock de emociones que sufro y que me impide seguir caminado… “Hoy no estoy en el mundo, hoy estoy fuera de él”.
Un mensaje al móvil me devuelve a la realidad y vuelvo a casa.








Muases.

jueves, 21 de octubre de 2010

Las palabras más bonitas,
esas que aún están por existir
son para ti.
El aroma de la mas preciada flor
única, que ya se extinguió
se convirtió en tu olor.
No existe verde similar al de tus ojos
porque  un duende lo sacó del arco iris
para ti solo.
Son olas las que te peinan al despertar
y forman tu cuerpo como si estuvieran
regresando al mar.
Y es que tuvo que existir un tiempo
en el que todo fue perfecto
de donde todo heredas tú.
Eres el más bello poema
convertido en hombre de verdad.



Muases.

lunes, 11 de octubre de 2010

¿Qué viene ahora?

Pensé que ya había llorado lo suficiente e incluso que ya no me quedaban mas lágrimas, nuevamente me tengo que decir "que iluso". Estoy cansado, estoy agotado, no quiero seguir así.

Quisiera desaparecer, de la forma que fuera. No quiero hablar, pero lo necesito. No quiero llorar, pero lo hago. No quiero seguir con estos sentimientos, pero los tengo.

Cada vez que miro el reloj y el número de las horas coincide con el de los minutos pido un deseo. Cada vez que veo una mariposa blanca, pido un deseo. Siempre el mismo y nunca se cumple.

Pasa el  tiempo y lo hace sobre todos nosotros tanto en lo físico como en lo personal, pero es increíble sentir como algunos sentimientos se resisten al envejecimiento o desaparecer.

De mil formas y maneras he buscado un cambio en mi interior al igual que busqué el perdón. ¿Qué viene ahora? Todos mis recursos agotados, mi cuerpo débil y mi mente bloqueada.







Muases.