sábado, 31 de marzo de 2012

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¿Qué me has llamado? Me importa un pie de plástico sudado. Verás, no sé qué me pasa, no sé qué os pasa. Al parecer ya estamos muy lejos de la humanidad de la que provenimos. Esa del contacto físico, sin nada de por medio, solo cuerpo con cuerpo.

A veces pienso que la naturaleza no es tan lista como pensamos, pues si fuera así, ya nos habría quitado a muchos de su entorno. Sí, me incluyo, ya que juzgo que sea conmigo dentro. Aunque no me identifique con algunas cosas que pueda llegar a poner, prefiero  tirarme a la corriente, es tan fácil dejarse llevar…Incoherencia tras coherencia, ¡qué más da!, esto solo es para desahogarme y al final no entenderemos ni la mitad.

Es difícil ir contracorriente, es difícil ser sincero y transparente cuando solo ves mentiras, miradas nubladas y cuerpo opacos. No compensa, no hay ganancias, ni siquiera personales. Ya no sirve solo con quedarse con la conciencia tranquila, eso con el paso del tiempo se queda pequeño y necesitas más.

Más, cada vez más, la ambición, ¡qué pecado tan tentador!, avaricia, gula, lujuria, todo en cantidad, ¡todo descontrolado! A veces frustrantes por no ser alcanzados; y ahí es cuando llega nuestra querida envidia al ver que otros sí y  nosotros no. Y saca lo peor de nosotros, a veces, el orgullo y la prepotencia para ocultarla… ¡con lo sano qué podría llegar a ser!

¿Qué me pasa? ¿Qué os pasa?

Yo confío en los pecados, yo creo en ellos como parte de nuestra evolución como personas. Tenemos que sentirlos, pero de forma sana. ¿Coherencia tras incoherencia? Simplemente quiero decir que no podemos ser buenos si no conocemos lo malo. ¡Obviamente no  tenemos que matar para saber que eso está mal! ¿Estamos tontos? ¿Veis? No nos estamos enterando ni de la mitad.

Es difícil desarrollar esa parte de humanidad innata en nosotros con un entorno así. Es difícil sacar el potencial de simpleza, de sencillez de naturalidad en un mundo cada vez más complejo, enrevesado y artificial.


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